Hablar de vacaciones estivales, sol y playa en la provincia de Barcelona implica referirse a un verdadero polo de atracción para los visitantes fóraneos: la localidad de Calella, en la comarca del Maresme.
Situado entre los municipios de Sant Pol de Mar y Pineda de Mar y con 18.625 habitantes en el 2010, Calella destaca por su innegable tradición como centro de veraneo. Sin duda, gran parte de su atractivo radica en sus tres playas de fina arena: la playa Gran, la de Garbí y la de Les Roques. En cualquier caso, no hay que perder de vista que esta población cuenta con un amplio abanico de infraestructuras y servicios, preparadas para dar respuesta a las necesidades de cualquier visitante. Dentro de la misma, conviene mencionar una completa oferta hotelera y de apartamentos de alquiler.
En cualquier caso, Calella despliega otros alicientes ajenos a su interesante frente marítimo. Uno de ellos es la iglesia de Santa Maria, una construcción con elementos barrocos y neoclásicos originaria del siglo XVIII, aunque presenta algunas ampliaciones posteriores. Del edificio primitivo, descuella su imponente portalada barroca. Asimismo, es igualmente recomendable acercarse hasta la capilla de Sant Elm (siglo XVI), consagrada en la actualidad a Sant Quirze y a Sant Julita.
Otros lugares que no deben dejar descubrirse son la Casa Galceran (siglos XV-XVI), la Casa Giol (siglos XVI-XVII) y la Casa Salvador Sivilla (siglo XVI). Mención aparte merece el característico faro de esta villa de recreo, inaugurado en 1859.
Finalmente, se aconseja dedicar parte de la estancia en la zona a pasear tranquilamente por el parque municipal Dalmau. Este hermoso recinto cuenta con una parcela ajardinada, pérgolas y un pequeño bosque.
Desde la capital catalana, se puede llegar a Calella por carretera (a través de la N-II), o bien tomando un tren de cercanías de Renfe de la línea R1 y bajando en la estación homónima.
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