Un año más, la Ciudad Condal calienta motores para vivir intensamente una de sus festividades más esperadas: la diada de Sant Jordi, día del libro y de la rosa. En este sentido, no hay duda de que los caprichos de la historia se han conjurado para aunar en una sola fecha una arraigada simbología y una tradición que nos habla, a partes iguales, de amor y de apego a la cultura.
Por un lado, quiso la casualidad que el día que el pueblo recordaba la muerte de San Jorge —un soldado romano nacido en Capadocia (en la actual Turquía) y fallecido el 23 de abril del año 303— también fuera testigo en 1616 de la desaparición de dos de los más brillantes literatos de todos los tiempos: William Shakespeare y Miguel de Cervantes.
Ya en 1850, haría lo propio el poeta romántico inglés William Wordsworth y, en 1981, el narrador y periodista catalán Josep Pla. Con este telón de fondo, la UNESCO declaró el 23 de abril como el Día Internacional del Libro en 1995, sin que por ello dejara de ser la más querida de las fiestas en Cataluña. Este año, dicha institución ha elegido a Buenos Aires (Argentina) como la Capital Mundial del Libro.
En cuanto a las omnipresentes rosas de Sant Jordi, su origen también va ligado a una muerte, aunque este óbito resulte mucho más amable que los anteriores. Así, reza la leyenda que San Jorge acabó con la vida de un implacable dragón que tenía atemorizada a la población tarraconense de Montblanc —o la nación de Libia, según se cuenta fuera de Cataluña—, justo antes de que la temible bestia devorara a la hija del rey.
Se dice que de la sangre del dragón brotó una rosa roja, que fue cortada por el caballero y entregada a la princesa en señal de su afecto (aunque hoy se comercializa en numerosos colores y se regala junto con una espiga, símbolo de la fecundidad).
Los primeros altares y capillas erigidos en el territorio catalán en honor al santo están documentados en el ecuador del siglo XI. No obstante, habría que esperar hasta el 1456 para que la Generalitat declarara el 23 de abril como día festivo, iniciativa que sería refrendada por el papa Clemente IX en 1667.
Actualmente, además de ser el patrón de Cataluña, San Jorge también ostenta esta condición en Inglaterra, Georgia, Etiopía, Bulgaria y Portugal, y dentro de España, en Aragón, Cáceres y Alcoi (Alacant). Curiosamente, y pese a todo, sólo hay una localidad catalana que lleve el nombre del santo: Sant Jordi Desvalls, en la provincia de Girona.
Además del tradicional intercambio de libros y rosas entre los enamorados —costumbre iniciada en 1925 y que se ha extendido entre familiares y amigos, e incluso dentro de las empresas—, los barceloneses tienen una cita obligada en el centro de la ciudad.
Y es que a lo largo del paseo de Gracia, la plaza Catalunya y Las Ramblas, se instalan cada año decenas de paradas hasta las que se desplazan algunos de los escritores más prestigiosos del momento —y algunos políticos y estrellas de la televisión y el deporte— para hablar con sus lectores y dedicar ejemplares de sus últimos libros.
Este año, algunas de las personalidades que han confirmado su presencia en la capital catalana son Eduardo Mendoza (ganador del Premio Planeta 2010), Joaquín Reyes, Valérie Tasso, Mathias Malzeu, Carmen Posadas, María Dueñas, Maruja Torres, Javier Sierra, Care Santos, Miquel Roca, Espido Freire, Carmen Amoraga, Xavier Sardà y Sylvia Béjar.
Asimismo, el encargado de leer el tradicional pregón de Sant Jordi en el Saló de Cent del Ayuntamiento de Barcelona será el escritor, crítico literario y editor barcelonés Josep Maria Castellet.
Todos aquellos y aquellas que deseen disfrutar de este intenso programa cultural, tienen la opción de viajar hasta Barcelona sin castigar el bolsillo decantándonse por alguno de los vuelos que ofrece la aerolínea de bajo coste Ryanair.
Un último consejo: no hay que dejar de saborear el delicioso “pa” de Sant Jordi. A la venta en gran parte de las panaderías de la ciudad, consiste en una hogaza coloreada con cuatro barras de sobrasada, a imitación de la “senyera”.