La Boqueria, un festín para los sentidos
En pleno corazón de Las Ramblas, existe un lugar que atrae inexorablemente la atención del turista. Con su gran portal de hierro forjado, el mercado de la Boqueria fue inaugurado como mercado cubierto en 1840 pero desde la edad media esa era la plaza donde los tenderos ofrecían sus mejores carnes lejos del control de los poderosos gremios de la época. Su acceso es algo espectacular pues una orgía de olores, sabores y visiones invade al visitante. Su abundancia de alimentos frescos, frutas y verduras organizadas de forma armoniosa y colorista por los locatarios del mercado deja sorprendido a todo el mundo que entra en otra dimensión del placer. Entre las callejuelas que rodean el mercado, una pléyade de puestos de comida, pequeños bares y restaurante comidas para todos los paladares aprovechando el excepcional surtido de La Boqueria.
Sin duda, nada se explica sin su excelente ubicación que la convierte en el mercado municipal más conocido de Barcelona aunque el culto a las delicatesen también lo convierte en el más caro de todos. El hecho de estar situado frente a una de las puertas de la antigua muralla, el llamado Pla de la Boqueria, hizo que sus puestos se beneficiaran del crecimiento de la ciudad. Mientras la Rambla aumentó su importancia como lugar de reunión social, el mercado se estableció como el mejor lugar para los comerciantes de frutas y hortalizas que comerciaban sus productos de las huertas y granjas cercanas, pues la llanura de Barcelona tenía fama de ser una de las más fértiles de España.
Tal fue el auge de este mercado que en 1914 se le añadió su espectaular techo metálico que le dio su aspecto actual. Tres y cuatro generaciones de tenderos siguen trabajando en este mercado que no conoce crisis ni recesiones. Todas las paradas ofrecen abundancia de alimentos frescos, que a menudo no se encuentran en las principales ciudades de Europa. Y realmente no falta de nada: pescados, mariscos frescos, pescado salado, conservas de alimentos; carnicería, aves, caza y huevos, frutas y verduras, hierbas, delicias tropicales, pan y pastelería, artículos congelados, productos artesanales; charcutería, tiendas de campesinos, vino, etc. Todos los alimentos se exponen abiertamente y resulta difícil no comprar cualquiera de sus espléndidos productos. Eso es La Boqueria, o la máxima expresión de la cultura de los mercados que sobrevive de forma espléndida para regocijo de locales y foráneos.
Juanito, el rey de las tapas de la Boqueria
Es sólo un pequeño bar, algo tan pequeño que podría pasar desapercibido a primera vista. Se llama Pinotxo pero este cosa minúscula es el templo local de los pinchos, las tapas y los platillos. Así que para que no se pierdan, la indicación es fácil. Entrando a La Boqueria justo a mano derecha, y aunque se confunde entre las decenas de puestos su estilo es tan inconfundible que todo el mundo sabe donde está. Resumiendo su belleza: Cocina de mercado auténtica.
Su propietario se llama Juan Bayén Pérez, nacido en Barcelona en 1934, aunque todo el mundo lo llama Juanito tanto los fieles amigos como las hordas de clientes que llegan atraídos por su renombre. No es un restaurant, no hay rituales de accesos ni colas larguísimas. Sólo una barra, sus productos y usted. Es el lugar perfecto para estar un rato. El tiempo exacto que dura la comida. Y debemos decir que por eso todo el mundo quiere y respeta a Juanito. No hace falta que te conozca, porqué parece que toda la vida ha sido tu vecino. Y su sonrisa permanente te recuerda que este hombre ya lo ha visto todo pero no perdió nunca su peculiar alegría.
Lo increíble es que no hace falta recomendar nada en especial, ya que el buen Juanito no tiene carta ni lista. Sólo lo que él decide ofrecer cada mañana. Así que mejor dejarse recomendar por él mismo. Si te dice "¿Carne o pescado?" déjate llevar. Si te pregunta "¿Y para beber? ¿Una copita de cava?" no le digas que no. Porqué si está de buenas allí mismo te ofrece unos chipirones salteados con butifarra con los cuales entrarás al paraíso por un rato. Eso sí. Hay reglas para no hacer el ridículo. Nada de pedir un bocadillo de jamón, de tortilla o pasta italiana. Mejor déjate llevar por unos garbanzos salteados, un estofado de ternera que luce espléndido o cualquier cosa que Juanito decida cocinar el día en cuestión.
El dueño del Pinotxo no necesita web y aunque ha sido objeto de libros, artículos y hasta ensayos gastronómicos e incluso ha cocinado con reconocidos genios como José María Arzak, él sigue siendo el discreto maestro de la barra del bar. Como siempre en La Boqueria. Como siempre en el Pinotxo.