Pese a que la angosta y tortuosa carretera que conduce hasta Mura (el Bages) en algunos tramos invita a no continuar con el recorrido, el destino final compensa sobradamente el esfuerzo realizado.
Perteneciente a las Valls del Montcau y emplazada en la vertiente norte del Parc natural de Sant Llorenç del Munt i la serra de l'Obac —a caballo entre las sierras de Rafardes, la Vall, la Mata, l'Espluga y los Ermitanets—, la pequeña localidad de Mura aúna como pocas el atractivo de un marco natural incomparable y la belleza de un trazado y unas construcciones plagadas de reminiscencias medievales.
A su vez, sus pintorescas calles empedradas son depositarias de numerosos edificios que sin duda merecerán la admiración del recién llegado. Sin quitar méritos a las coquetas casas que salpican este enclave, el edificio más remarcable es la iglesia de Sant Martí, construida entre los siglos XI-XVII y de estilo románico. En ella destaca su soberbio pórtico, ornado con capitales historiados y rematado con una escena que recrea la Adoración de los Reyes Magos.
Ya en las afueras, se puede visitar la ermita de Sant Antoni de Pàdua, documentada en el año 1716. Actualmente, el templo en cuestión sólo se abre al público el 13 de junio, coincidiendo con la festividad de este santo.
No obstante, Mura también ofrece la posibilidad de realizar dos excursiones a lo largo de dos itinerarios señalizados. La primera de ellas, de unas dos horas de duración, permite acercarse hasta el paraje conocido como las Cuevas de Mura (que no dejan de ser una hendidura horizontal de unos 200 metros de largo). Para acceder a ellas, se tienen que pedir las llaves al Centro de Interpretación de Mura, sito en el centro de la localidad. Por lo que respecta al segundo recorrido, que puede efectuarse en tan sólo una hora, éste da a conocer algunas de las fuentes que bañan el término municipal.
Asimismo, a la entrada del pueblo, los más pequeños podrán disfrutar de una pequeña granja que acoge numerosas aves y animales domésticos.