No hay duda de que el corazón de Barcelona constituye una fuente inagotable de sorpresas para el viajero, que van más de la solemnidad de los muchos edificios modernistas con los que cuenta la capital catalana. Sin ir más lejos, un ejemplo fehaciente se halla junto a Las Ramblas: la siempre encantadora plaza Real, o en catalán Plaça Reial, uno de esos rincones imprescindibles a visitar de la Ciudad Condal.
Este enclave se alza a mano izquierda (si se camina en dirección al mar), y acoge una de las plazas más emblemáticas de Barcelona. Se trata de un recinto espacioso y circundado de elegantes pórticos, sobre los que descansan solemnes edificios de grandes ventanales.
Éstos fueron construidos sobre un antiguo convento capuchino, cuyo solar ha dado paso a un rosario interminable de terrazas, restaurantes, pubs y discotecas que se resisten a pasar de moda. Aunque hace algunos años esta plaza adquirió una cierta mala fama debido al comercio de drogas, actualmente constituye uno de los lugares más animados y concurridos de la noche barcelonesa.
De hecho, el público que frecuenta la plaza es de lo más variopinto, y amalgama tanto a turistas como a los propios habitantes de la ciudad. Además, a lo largo de las últimas décadas, un buen puñado de artistas e intelectuales han comprado y rehabilitado algunos de los pisos que van a dar a esta plaza, por cuyos laterales enlaza con la calle de Ferran.
Otro elemento característico de la Plaza es la fuente de las Tres Gracias diseñada por Antoine Durenne en 1867, además de dos farolas que fueron diseñadas por el universalmente reconocido Antoni Gaudí. Por lo que atañe al aspecto arquitectónico, el visitante podrá admirar en el centro de la plaza la fuente, así como las famosas farolas de seis brazos diseñadas por el irrepetible Gaudí (1852-1926). Los orígenes de los mismos se remontan a las fiestas de la Mercè del año 1879 y se llevaron a cabo por encargo del Ayuntamiento. En su ejecución, se emplearon hierro fundido y bronce. Con una finalidad decorativa, fueron rematadas con un casco que evoca al dios Mercurio.