Tavertet: un paisaje agreste y fascinante
A poco más de una hora y media de la capital catalana, el minúsculo municipio de Tavertet (en el 2010 contaba con una población de tan sólo 148 habitantes) atesora una riqueza natural y paisajística rotunda, tan cautivadora que resulta difícil de esbozar por escrito.
Situada en el extremo oriental del Collsacabra, perteneciente a la comarca de Osona, y circundada por impresionantes precipicios de roca caliza, esta localidad se asoma con decisión sobre el río Ter y el pantano de Sau.
Desde su mirador, las vistas que ofrecen al sorprendido visitante no resisten comparación alguna. Sin embargo, Tavertet también es conocida por sus singulares muestras de arquitectura popular. Ésta se concreta en 48 casas erigidas entre los siglos XVII y XVIII, y que se distribuyen a lo largo de tres calles.
Pese a la innegable belleza de estas viviendas, su edificio más sobresaliente es la iglesia parroquial de Sant Cristòfol, dotada de una nave y un ábside románicos pertenecientes al siglo XI. Asimismo, su interior alberga una notable talla de Santa Maria del Cor, realizada en alabastro en el siglo XV.
Ya en las afueras del pueblo, tampoco desmerece la iglesia de Sant Miquel de Sorerols (siglo XI), de estilo románico y próxima a las escasas ruinas del castillo de Sorerols. La oferta arquitectónica se completa con el castillo del Puig de la Força (de los siglos XI y XII), la ermita de Sant Corneli —junto a la que se alza un dolmen— y la iglesia de Sant Bartomeu Sesgorgues, construida en el siglo XIII al XV y ampliada con capillas laterales.
Además, al margen de los edificios religiosos, el viajero podrá admirar la casona conocida como L'Avenç, de factura gótico-renacentista y cuajada de elementos de gran interés.
El pasado 26 de agosto, la encantadora Tavertet lloró la muerte del que fue su vecino más ilustre: el escritor y filósofo Raimon Panikkar i Alemany (1918-2010).