Barcelona es una de las pocas ciudades que puede presumir de poseer mar y a la vez montaña. En un extremo, junto al mar, Montjuïc, y en el otro, el Tibidabo.
Está claro que una de las mejores formas de conocer esta montaña es acercarse a su centenario parque de atracciones, idóneo para todos los públicos. Junto con modelos imposibles de encontrar en otras instalaciones de este tipo, cuenta con artefactos que aprovechan todas las posibilidades de las tecnologías de vanguardia, siempre con el objetivo de que el visitante se sienta protagonista y aproveche su tiempo libre en un entorno que combina naturaleza, diversiones y espectáculo.
Museo de los Autómatas
Mención aparte merece el Museo de los Autómatas, una auténtica reliquia. Tan antiguo como el parque, dispone de una colección de 35 muñecos que, incluso vistos desde nuestra perspectiva actual, pueden considerarse verdaderas joyas de la mecánica. Antiguamente funcionaban con monedas y eran muy populares en las ferias de toda Europa.
El Doctor Andreu
Los orígenes del parque se sitúan en 1899. Fue en ese año cuando Salvador Andreu, creador de las famosas pastillas del doctor Andreu, fundó la sociedad anónima Tibidabo. Además de implantar un centro de ocio en la montaña, su objetivo era que ésta fuera conocida por el gran público.
Avión Barcelona-Madrid
Al cabo de dos años entraron en funcionamiento el funicular y el tranvía azul y un poco más tarde se instalaron las primeras atracciones, entre las que destacan la montaña rusa y el castillo del terror, todavía en activo. Pero quizá una de las piezas más interesantes sea un avión construido en 1928, una réplica exacta del modelo que realizó el primer vuelo entre Barcelona y Madrid.
Observatorio astronómico
El marqués de Alella, Camil Fabra, hizo construir en la montaña un observatorio astronómico que bautizó con su apellido, cerca del cual se conserva aún otra obra de principios del siglo pasado: el museo de física experimental La Mentora, que exhibe antiguos aparatos científicos.
Templo del Sagrado Corazón
El fundador de la congregación de los salesianos, Giovanni Bosco, levantó a finales del siglo XX en el Tibidabo un pequeño oratorio que todavía se conserva. En 1902 se iniciaron las obras del gran templo expiatorio, que no concluyeron hasta 59 años después. Se trata de un edificio monumental de estilo neogótico, coronado por una estatua de bronce del Sagrado Corazón. La parte superior del templo ofrece unas espléndidas vistas de la ciudad, sólo comparables a las que pueden contemplarse desde el mirador abierto en 1985 por el ayuntamiento.
El Tibidabo es la montaña más alta (512 m.) de la sierra de Collserola, el pulmón verde de Barcelona. Si bien no comenzó a ser edificado hasta el siglo XIX, una vez empezaron ha hacerse construcciones se convirtió en la montaña más popular de Barcelona. En sus faldas, a principios del siglo XX, se abrió la Avenida del Tibidabo, que se convirtió en zona de clase alta barcelonesa y donde se pueden admirar varios edificios de talante modernista construidos por los mejores arquitectos de la época.
No obstante, su atractivo se encuentra en la cima de la montaña. Por un lado podemos encontrar el Templo Expiatorio del Sagrado Corazón, edificación que recuerda y mucho a la iglesia de mismo nombre de París. Es un edificio con muchos detalles por lo que su visita nos requerirá tiempo.
Comenzado a construir sobre una capilla ya existente a finales de 1902 y acabado en 1961, la iglesia se puede dividir en tres partes: 1) la cripta edificada con piedra de color marrón y muy basta, pesada; 2) la iglesia encima de la cripta con piedra de color gris y; la imagen de cobre en la planta superior. Desde la entrada lateral de la Cripta se puede coger un ascensor que nos merecerá la pena si hace un día claro pues desde allí se puede divisar gran parte de la comarca del Vallés Occidental además de la ciudad de Barcelona.
Otro de los atractivos importantes de la montaña es el Parque de Atracciones del Tibidabo, el más antiguo de España y uno de los más antiguos de Europa pues su construcción data de nada más y nada menos que de 1899. Anclado en la tradición pero con modernos sistemas, este parque de atracciones puede ser una buena opción para todo un día si viajamos con niños.
Además, la montaña del Tibidabo cuenta con edificaciones tan importantes como la torre de Collserola (del prestigioso arquitecto Norman Foster), el Pabellón de Radio Barcelona (el primer edificio en Barcelona de lo que se llamaría el racionalismo en la arquitectura), el Hotel Florida y un largo etcétera de pequeñas casas y monumentos de estilo, sobre todo pero no sólo, modernista.
Así, el Tibidabo se puede visitar tanto en verano como en invierno, tanto en viajes de fin de semana como en viajes largos y constituye una perfecta combinación de turismo arquitectónico como de disfrute para los niños.