Vic es una ciudad monumento, y en cuanto tal, no hay que dejar de visitarla. El templo romano o la Catedral, junto a un maravilloso centro histórico y una plaza central enorme que nos recordará cómo se hacían los mercados antaño los sábados por la mañana, Vic también tiene museos.
En la capital de la comarca de Osona podremos ver el Museo Episcopal, el cual ocupa un lugar importante entre los museos dedicados al tema en toda Europa. El edificio actual es obra de los arquitectos Federico Correa y Alfonso Milà y se concibe expresamente para acoger cada una de las colecciones históricas del museo.
Las exposiciones del lugar están consideradas las más importantes en cuanto al arte románico y gótico se refiere, y también destaca la colección de indumentaria religiosa. Podremos disfrutar de una visita guiada gratuita los domingos por la mañana.
El otro museo importante que ver en Vic es el Museo del Arte de la Piel, el cual acoge la impresionante colección del ceramista Andreu Colomer Munmany. En la exposición podremos ver un millar de piezas, echas totalmente o parcialmente de piel, los cuales muestran y demuestran una gran riqueza estilística y técnica de este extraño tipo de arte decorativa.
Hay que recordar que este tipo de arte proviene de las más diversas procedencias, pues la piel ha sido curtida por innumerables civilizaciones y pueblos. En la colección podremos ver escritorios, encuadernaciones, bolsas, sillas con brazos, sillas de montar, escudos, figuras de teatro de sombras, máscaras, escudos y objetos similares que le dejarán a uno sorprendido de las utilidades de la piel.
Así pues, podemos hacer una visita diferente de Vic, una visita que además de llevarnos por los monumentos más importantes y espectaculares, nos lleve por estos museos que si bien son famosos, no pueden dejar de sorprendernos. Quedarnos con las cosas pequeñas de los museos, con las cosas que no llaman la atención, es también comprender cosas del pueblo o cultura que visitamos, por lo que visitar estos y otros museos de Vic nos ayudarán a comprender la vida o el estilo de vida y cultura de estos parajes profundos de la provincia de Barcelona. La ciudad de Vic no tiene pérdida y es una buena alternativa cuando nos cansemos o queramos salir de Barcelona. También es otra maravillosa excursión que podéis hacer si tenéis vuestros hoteles en Andorra, ya que estamos a una hora y media en coche de allí. Así también salís un poco de tanto esquí, ¿no?.
Si bien la pequeña ciudad de Vic, capital de la comarca de Osona (a unos 70 km de Barcelona), merece un post para ella sola, aquí hablaré del templo romano y la Catedral de San Pedro, las joyas turísticas por excelencia de esta pequeña ciudad que hay que ver en Vic. La ciudad, con uno de los cascos históricos mejor conservados de Catalunya, tiene casi 40.000 habitantes y en su carácter de ciudad turística, tiene gran oferta hotelera y de restaurantes.
El templo romano, situado en la parte alta de la ciudad y construido a principios del siglo II (época dorada del imperio romano), tiene una historia peculiar. Si bien fue construido en el siglo II, no se descubrió hasta 1882, pues encima de ella se había edificado el castillo de los Moncada. Luego se convirtió en residencia de los Veguers y al final en la prisión de Vic. En 1882, cuando los obreros comenzaron a derruir el castillo antiguo se encontraron con la agradable sorpresa de que literalmente dentro del edificio se encontraba un templo romano. Además, el templo se conservaba especialmente bien y sus columnas, lisas y con capiteles corintios se convirtieron en perfecto ejemplo de la arquitectura romana.
Otra de las cosas que ver en Vic es la Catedral de San Pedro de Vic, que se comenzó a construir en el siglo XI por órdenes del episcopado que presidia el obispo Oliba. En su seno se pueden discernir, del mismo modo que en el Palau de la Generalitat de Barcelona pero con mucho más orden y grandiosidad, casi todos los estilos arquitectónicos que ha vivido Catalunya desde el siglo XI.
Principalmente tenía una estructura románica, posteriormente se le añadieron estructuras y edificaciones de tipo barroco (capilla de San Bernardo), gótico (el claustro) y neoclásico (remodelación y ampliación del templo). Con una fachada neoclásica con tintes de la antigua de tipo románica y del campanario, que sube a través de 46 metros y es del siglo XI.
Una vez dentro podemos ver pinturas murales de J. M. Sert de 1930, los retablos, la tumba del obispo oliva, un claustro de dos pisos y construido en el siglo XIV y la cripta, que es lo único que se conserva de la construcción original junto al campanario.