El visitante que llega a la ciudad de Barcelona tiene ante él un gran abanico de posibilidades a la hora de visitar lugares de interés, dada la gran oferta de la ciudad tanto en cuanto a su patrimonio como en cuanto a ocio y cultura.
Si viajamos con niños, también para ellos la ciudad tiene un gran número de sitios interesantes pensados para ellos, para que también los más pequeños puedan disfrutar del viaje y, en la mayoría de los casos, aprendiendo cosas nuevas.
Uno de estos lugares, y que encanta siempre a los niños, es, sin ninguna duda, el Parque Zoológico, un recinto donde podrán conocer una gran cantidad de especies de animales, muchos de los cuales, aunque ya conozcan de sobras por libros o por televisión, será probablemente la primera vez que vean en la realidad. Durante el recorrido los niños aprenderán de dónde proceden, cómo viven, qué comen y mucho más, ya que todo el parque está lleno de paneles informativos con una completa explicación sobre cada una de las especies.
En el recinto, situado dentro del carismático Parque de la Ciutadella, se pueden ver más de 7.000 ejemplares de animales, los cuales forman parte de 400 especies. Podremos ver leones, leopardos, focas, osos y otros, en espacios que han sido creados recreando su hábitat natural, así como otras especies que campan a sus anchas por el parque, como los vistosos pavos reales.
Los niños podrán disfrutar del foso y las galerías en la que se encuentran los primates, que, con sus gracias, son siempre los que consiguen captar la atención de más visitantes.
Vamos a encontrar zonas destinadas exclusivamente a algún grupo de animales, como el Terrario, donde viven los reptiles y anfibios, y en el cual podremos contemplar cocodrilos, lagartos, serpientes y hasta ranas. O como la zona dedicada a las aves, una explosión de color y cantos, unos por supuesto más agradables que otros.
En el Acuario los niños podrán observar una gran cantidad de peces, formando un escenario de gran vistosidad con sus llamativos colores, y, junto a él, en el Aquarama, disfrutarán de los espectáculos ofrecidos por los simpáticos delfines.
Uno de los lugares preferidos por los pequeños es el conocido como La Granja, un espacio en el que los niños pueden tocar y jugar con los animales que allí se encuentran, como conejos, gallinas, patos y ponis. Hay también en este lugar una zona de parque infantil con columpios, y un bar donde los padres pueden aguardar pacientemente sin perder de vista a sus hijos, mientras toman algo, lo cual siempre hace más llevadero el tiempo de espera.
En el recinto encontraremos diversos bares y restaurantes donde se puede comer, lo cual es muy aconsejable si se quiere ver el Zoo a fondo, dada su extensión. Además, existen zonas de picnic por si queremos llevarnos la comida nosotros, la cuales están muy bien equipadas, con mesas, bancos, papeleras, fuentes, y todo lo preciso para pasar un gran día.
Dirección y contacto del Parque Zoológico de Barcelona
Parc de la Ciutadella s/n
08003 Barcelona
Teléfono: 902 45 75 45
Fue inaugurado un día de la Mercè, justo cien años antes de los Juegos Olímpicos de 1992, y se levantó en los edificios que quedaron disponibles tras la Exposición Universal de 1888. Situado en el Parque de la Ciutadella, muy cerca del puerto olímpico, cuenta con una de las colecciones de animales más amplias de Europa y es una manera perfecta de aproximarse a la fauna de todo el mundo sin salir de Barcelona.
Los primeros ejemplares del zoo procedían de la colección privada de Lluís Martí, que hasta entonces se acomodaba en una finca de Horta. Desde entonces, el parque no ha dejado de crecer y modernizarse, centrándose actualmente en tres objetivos básicos: la conservación, la investigación y la educación. Como es habitual en todos los zoológicos del mundo, los grandes animadores del parque son los niños, que contemplan maravillados especies que ni sabían que existían o, como mucho, las habían visto por la televisión.
Copito de Nieve
Hasta 2003 el zoo contó con una estrella indiscutible, Copito de Nieve, un gorila albino que hacía las delicias de los más pequeños. Aunque tuvo varios descendientes, ninguno heredó su color blanco, semejante al de un oso polar.
Mamíferos exóticos
La lista de animales que viven en este zoo es casi interminable, pero entre los mamíferos más exóticos se encuentran el panda rojo, el zorro volador de Lyle, el macaco del Tíbet o el hipopótamo pigmeo. Ya mucho más conocidos son el elefante africano, el oso pardo, la jirafa, el canguro, el tigre o el mandril, por citar sólo unos cuantos de los inquilinos.
Aves de todos los tipos
Por lo que respecta a las aves, el visitante puede admirar la belleza del cisne de los Andes o divertirse con la expresión del pelícano ceñudo, pero también puede preguntarse por qué el lorito cacique recibe este nombre o cuánto debe medir el avestruz. Lo cierto es que las jaulas no se acaban nunca y los sonidos, sean melodiosos o fronterizos con el ruido más insoportable, tampoco.
Reptiles magnéticos
Para muchos, uno de los espacios más magnéticos del parque es el dedicado a los reptiles. Desde la anaconda y el caimán hasta la pitón real o el dragón barbudo, ejemplares de todos los tamaños reciben al visitante con su frialdad característica. Sobresale entre todos la temible boa constrictor, que con sus tonos rojizos sobre fondo marrón y dorado es quizá el máximo exponente de la variedad de colores del zoo.
Anfibios y especies urbanas
Hace apenas un año se acondicionó en el parque un pequeño lago rodeado de vegetación natural en la zona de la Granja. Su principal función es asegurar la reproducción de los anfibios más comunes, como la rana ibérica, la ranita meridional o el sapo. El zoo de Barcelona también es un refugio para algunos animales urbanos, que acuden a un espacio verde con agua dulce, agua salada y, quizá lo más importante, comida. Es el caso de los erizos y de aves como las cotorras y las garzas.
Gran variedad de árboles
El zoo también destaca por la gran variedad de árboles, más de mil de un centenar de especies distintas. Abundan los plátanos, el chopo, la falsa acacia y la tipuana, que refuerzan la sensación, mitad ficticia mitad real, de que nos hallamos en plena naturaleza.